Originario de Aisa, Huesca, su vida estuvo ligada desde temprana edad a la nieve y las montañas. A los cuatro años, ya deslizaba sobre las tablas que su padre confeccionaba, y a los 14, se mudó a Candanchú. Allí, trabajó en el mítico Hotel Candanchú y más tarde se hizo cargo del refugio de Santa Cristina.
La pasión por el esquí lo llevó a Austria, donde adquirió valiosos conocimientos y vio oportunidades de negocio para Candanchú. Junto a su familia, construyó un edificio de apartamentos y abrió el bar “Cristianía”. Posteriormente, compró los terrenos donde se encontraba la famosa discoteca “La Cabaña” y estableció la tienda “Deportes Galindo”.
Emiliano también se destacó como profesor de esquí y subdirector del Ski Club Candanchú, enseñando a generaciones de esquiadores, incluyendo a la realeza. Su legado continuó con sus hijas, Paloma y Ana, y su sobrino Miguel Galindo, guía del esquiador paralímpico Jon Santacana.
Con la capilla ardiente en el Tanatorio de la Jacetania en Jaca, Candanchú y la comunidad del esquí despiden a una figura icónica.
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