Mari Cruz Sarvisé, una de las figuras más sobresalientes en el ámbito de la pintura en la provincia de Huesca durante los siglos XX y XXI, ha fallecido en Huesca este martes a la edad de 100 años.
El pasado 28 de abril, recibió un merecido reconocimiento al ser galardonada con la medalla de oro de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis por su destacada trayectoria y calidad artística. En esa misma jornada, en el Centro Ibercaja Huesca y bajo el auspicio de la Fundación Ibercaja, se inauguró una exposición que trazaba un recorrido desde los primeros pasos artísticos de Sarvisé hasta casi el presente. En efecto, fue considerada la pintora altoaragonesa más preeminente del siglo XX. Apenas unos días después, el 3 de mayo, cumplió cien años.
María Cruz Sarvisé, nacida en Zaragoza en 1923, estableció su residencia en Huesca a la edad de 7 años. Allí cursó sus primeros estudios antes de trasladarse a Barcelona para emprender sus estudios de Bellas Artes. Además, tuvo la oportunidad de viajar por Italia, Holanda, Francia y Alemania. Su experiencia en este último país dejó una profunda huella en su vida y en su arte, estableciendo los cimientos de la dimensión espiritual que se destaca en sus pinturas, las cuales incluyen una significativa cantidad de retratos.
La obra de Sarvisé resalta por sus retratos y grabados en los que lograba transmitir emociones y espiritualidad, mediante el empleo del color y la profundidad de sus imágenes. En su mayoría, los retratos que creó representan figuras femeninas, y es común encontrar la presencia de animales domésticos en sus obras.
Además de su faceta artística, Sarvisé también desempeñó el rol de profesora de dibujo en Sabiñánigo y Huesca, sin jamás dejar de dibujar, pintar y grabar. Su inquebrantable dedicación la ha convertido en la pintora altoaragonesa más relevante del siglo XX. Su legado artístico perdurará como testimonio de su talento y pasión por la creación visual.
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